sábado, 25 de agosto de 2007

Ilustraciones

El tópico: una imagen vale más que mil palabras.

La realidad: a veces sí y a veces no. Hubo un tiempo en el que el sentido de la vista, y la percepción subjetiva que analizaba sus informaciones, era la fuente más potente en que bebía el conocimiento.

Ese tiempo ya pasó. Al menos desde el siglo XIX, nuevos "ojos" se sumaron a los de siempre. Los ojos biológicos, pobres, solo podían ver una parte muy reducida de la que podía llegarnos. Nuevos instrumentos científicos permitieron "ver" más allá.

Nuevas magnitudes, hijas de nuevos conceptos y teorías, aparecieron ante los instrumentos del científico. Las viejas magnitudes, a su vez, revelaron estructuras más finas. Datos, datos, datos... se pusieron de repente a nuestro alcance!

Más aún, la era de la imagen digital proporcionó insospechadas posibilidades de ilustración. Desde gráficos interactivos a vídeos supercomprimidos, el científico dispone actualmente de medios técnicos para presentar los resultados de su investigación de modos que en otro tiempo les hubieran hecho reos de brujería.


El concepto de "ilustración" debió cambiar, pues, radicalmente. La "ilustración" de un trabajo científico, se convirtió en un problema en sí mismo y el "lenguaje académico" se reconfiguró para dar respuesta a las nuevas exigencias y posibilidades.


Ahí nos duele. Un nuevo modo de entender la iconografía, las "ilustraciones", se ha ido imponiendo a la comunidad científica. Debemos dominar la filosofía de la ilustración del trabajo científico para adecuarlo a los estándares académicos del siglo XXI.

En clase, durante el curso, comenzamos por entender la necesidad de la iconografía. De ahí pasamos a la primera y más elemental clasificación, por funciones, de la iconografía: documentar, aclarar, aligerar.

Cada una de estas necesidades tene detrás su propia filosofía... y hay que dominarlas todas... y practicarlas!

Nuestro trabajo debería tener, pues, muestras de los tres tipos. Avancemos
un poco más.

La "lógica académica" impone, se trate del tipo que sea, que una ilustración no sea símplemente una "imagen". Como vimos en clase, una ilustración se compone de tres elementos:

1.- La imagen, sea una foto, un gráfico, una tabla, una animación...,
2.- Un número de orden o identificación que permita fáciles referencias.
3.- Un "pié de imagen" que de información sucinta de su naturaleza y, en su caso, de su procedencia, si optamos por un sistema abreviado de citas bibliográficas.

Ninguna ilustración es académicamente correcta si faltan estos elementos, de los que el más importante es, sin duda, la procedencia.

Ello nos lleva de nuevo al concepto de "honestidad académica". No podemos apropiarnos de creaciones, de cualquier tipo, que no sean producción directa nuestra. La ausencia de mención de procedencia presupone que la ilustración nos pertenece intelectualmente. Si no es así, hay que explicitar, de modo académicamente correcto, la autoría intelectual o, al menos, la procedencia de nuestra información.

De ahí han venido la mayor parte de los fallos observados en los trabajos que se han considerado no aptos. Hay que repasar los apuntes y fijarse en aquellos "detalles" que quizá nos pasaron desapercibidos.

domingo, 12 de agosto de 2007

notas bibliográficas

Tras unas "cortas" vacaciones mentales y físicas, hora es de volver a retomar los viejos hábitos currantes.

A falta de un mes para nuestra nueva cita con las actas de calificación, deberíamos repasar los problemas que amargaron la vida de algunos alumnos, especialmente en DPTIC.

El mayor de todos, el que motivó por sí solo buen número de "no aptos", fue el de las notas bibliográficas, que incluían, naturalmente, citas bibliográficas. Repasemos su filosofía.

Las notas bibliográficas constituyen la parte esencial del "aparato crítico", que a su vez es la parte esencial del "lenguaje académico". La ciencia actual es un edificio en el que cada ladrillo se apoya sobre otros ladrillos.

A diferencia de un bloque de apartamentos, en el que los ladrillos son anónimos, la "honestidad científica" obliga a explicitar, según rituales bien definidos, la procedencia de los ladrillos.

Es decir, que cada idea o dato que utilicemos debe ir cuidadosamente acompañado de su "certificado de procedencia, o cita bibliográfica adecuadamente codificada en cualquiera de los sistemas de citas admitidos por la comunidad científica, que identifique adecuadamente al autor, la obra y la página en que consta dicha idea o dato que invocamos.

Un trabajo académico debe estar, pues, lleno, absolutamente lleno, de notas bibliográficas. Un trabajo sin notas bibliográficas es candidato preferente al fracaso.

Hasta aquí, la "filosofía".

Desde aquí la metodología.

¿Qué notas poner?

En clase hablamos de la "maldición de las notas" y de los medios para aligerarla. Llegamos a la conclusión de que no toda idea o dato debía necesariamente ir apoyada por una nota. Lo que en una comunidad científica podía considerarse "conocimiento común" no era necesario documentarlo bibliográficamente. Lo que era "fácilmente documentable", tampoco. Quedaba el dato o idea original, "de frontera", cuya referencia bibliuográfica era, esta vez sí, esencial, totalmente esencial. Ya sabíamos qué notas noner.

¿Cómo ponerlas?

En el curso dedicamos largas sesiones a analizar este punto. Primera elección: Notas en el texto, las llamadas "Harvard" o notas al pié, con sun numerito de orden correspondiente. Cualquier sistema sirve, aunque recomendamos Harvard.

Segunda elección, si hemos optado por notas al pié: cita abreviada o cita completa. Habida cuenta que exigimos la presencia de una bibliografía completa al final del trabajo, la cita abreviada es preferible.

Tercera elección: sistema APA o sistema MLA. Ya prácticamente solo se diferencian en la ubicación del año de edición. Recomendamos APA, pese a que la norma ISO690 todavía sigue anclada en el MLA

Cuarta elección: distinción, o no, entre bibliografía en soporte tradicional y bibliografía online, El poder de internet ha hecho que ya casi nadie distinga entre los dos tipos de soporte, eso si, respetando la norma ISO690-2.

Puede hacerse cualquier elección... salvo la de no poner notas bibliográficas.

Ojo!... que si en junio hubo una cierta relajación en el rigor de la norma, en septiembre difícilmente ocurrirá lo mismo.