Si en algún sitio la expresión "A hombros de gigantes ha adquirido una significación académica ritual y precisa es... en la bibliografía de un trabajo científico!
La ciencia actual ya no se concibe por la comunidad científica como fruto de una genialidad individual. La idea más brillante del mundo, sin un apoyo bibliográfico, que refleje la cadena de avances que ha permitido alcanzarla pasa directamente... a la categoría de relato de ciencia ficción.
Puede ser una pena, porque genios autodidactas pueden surgir en cualquier momento y sus ideas, si consiguieran publicarse, podrían hacer a la ciencia dar saltos cualitativos espectaculares.
El problema es... que seguramente no conseguirían ni publicarlas!
En el momento presente, lo primero que mira un evaluador, un referee académico, es la coherencia del preprint que se le somete con los programas de investigación en marcha en la comunidad científica. El "método científico" exige que cualquier nuevo conocimiento esté apoyado en precisos datos experimentales y documentales, a su vez reproducibles y avalados por otros investigadores.
Por lo tanto... la bibliografía lo es casi todo.
Ese pequeño apartado, la bibliografía, no son esas líneas llenas de títulos de libros que terminan un trabajo científico, sino la colección de "autoridades" que se han utilizado, en el aparato crítico, en las notas bibliográficas, para certificar que la nueva aportación tiene una "genealogía respetable", el equivalente científico a la "pureza de sangre" académica.
Por tanto...
¡Hay que cuidar especialmente el apartado bibliográfico!
En principio esto no tiene mayores dificultades. Si el método cientifico se ha aplicado diligentemente y el aparato crítico ha sido construido correctamente a la par que se redacta el trabajo, la bibliografía no es más que la colección, alfabéticamente ordenada, de las obras citadas en dicho aparato crítico. Chupado!
Pero... en la realidad vemos que muchos trabajos científicos nos sorprenden con enormes listas bibliográficas, a veces tanto o más largas que el propio trabajo, hayan sido citadas o no en el aparato crítico, en las notas bibliográficas.
Eso es pecado en el mundo actual por varias razones.
La primera es ecológica. Es pecado gastar papel en vano, porque el papel viene de pobres arbolitos sacrificados. Si el sacrifico es innecesario, el pecado es mortal de necesidad. El lenguaje académico actual ha impuesto, afortunadamente, que las referencias bibliográficas sean las estrictamente citadas en el trabajo, y que la cita sea estrictamente imprescindible.
La segunda razón es ética. En el momento actual la erudición vana, materializada en el deseo de que el lector compruebe cuantos títulos conoce el autor de un trabajo, los haya leído o no, es un pecado contra la honestidad y la modestia académica.
La tercera razón es estética. Quien se apoya en un trabajo serio sabe que dicho trabajo también ha hecho lo mismo y que los apoyos experimentales y documentales que ha llamado en su apoyo resumen lo mejor de los conocimientos producidos hasta su aportación. Recargar hasta el paroxismo los "adornos intelectuales" es el equivalente académico a las desmesuras decorativas propias de la decadencia de los estilos artísticos. La abundancia de decoración trata de esconder la falta de inspiración.
Consecuencia directa: En el siglo XXI, la bibliografía de un trabajo científico, reflejo del aparato crítico utilizado, debe ser estrictamente la esencial. No más. La bibliografía debe recoger, exclusivamente, la cantidad mínima de autoridades que permitan inscribir correctamente el trabajo en la línea del progreso científico.
A esta sencilla regla se han opuesto resistencias de tipos muy diversos. La última de ellas es la moda, de la que hablamos en clase, de evaluar el trabajo académico a través de los índices de citas, el SCI, el SSCI, el AHCI y los que vendrán, del Institute for Scientific Information.
Estas herramientas, en principio magníficas para evaluar el impacto real de un trabajo en la comunidad científica, pueden ser utilizadas, mediante "círculos de citas" para incrementar artificialmente la apariencia de impacto de un determinado trabajo. Pero la comunidad científica, al final, no es tonta. Una cita innecesaria, repetida o forzada puede poner bajo sospecha hasta la honestidad científica del autor que la incluye. Y eso también es pecado.
Este es, pues, el marco intelectual en el que cabe inscribir el apartado "Bibliografía". Aparato crítico el esencial; bibliografía, exclusivamente la citada en el aparato crítico.
Luego vienen los detalles que enriquecen técnicamente el "lenguaje académico". Si se desea incluir bibliografía "contextual" hay que dividir el apartado "Bibliografía" en "Citada" y "Complementaria". La bibliografía ha de ordenarse alfabéticamente, salvo en casos muy especiales que no vienen al caso ahora y, no menos importante, de acuerdo con los sistemas de cita bibliográfica aceptados por la comunidad científica.
El ISO, Organización Internacional para la Estandarización, organismo consultivo de la ONU, ha creado diversas normas para tratar de uniformizar la presentación de la información. Especialmente las normas ISO690 e ISO690-2, han tratado de regular todas las posibilidades y satisfacer todas las necesidades.
Lamentablemente, las comunidades científicas más dinámicas, especialmente las de las áreas físico-matemáticas, han seguido vías ligeramente diferentes. Sin más que ojear una revista de estos campos se puede ver ya que las normas APA, en conjunción con el sistema Harvard de citas bibliográficas se han ido imponiendo y radiando hacia las demás áreas de conocimiento.
La dirección en que apuntan las cosas, en un mundo muy dinámico, es el de la simplificación más radical. Ya no es extraño encontrar referencias bibliográficas de las que "se ha caído" el título del trabajo citado!
Es hasta cierto punto comprensible: Dada la superespecialización reinante, en el seno de cada comunidad científica "todos se conocen" intelectualmente. Un apellido y un año identifican ya una publicación. El resto es... simplemente innecesario. Y lo innecesario se cae.
En DPTIC todavía no somos tan radicales. El trabajo puede optar entre cualquiera de las normas de cita aceptadas, pero sea cual sea la adoptada, debe respetarse completa y escrupulosamente. Ya tendremos tiempo de comernos lo que sobre!