viernes, 2 de marzo de 2007

Informar/comunicar y un aparato crítico muy crítico

Nuestro paseo por la historia de la información/comunicación científica ha continuado en COTC. Para no hacernos muy pesados, hemos abreviado todo lo posible... y nos hemos venido al siglo XXI! ¡Qué sufrida es la historia!

¿Y con qué nos hemos quedado tras nuestro apresurado paseo? Con muchas cosas, ideas y claves, desde luego. Con un necesario background que nos permite contextualizar el presente y con una idea central, que hemos ejemplificado abriendo mucho los brazos: Información y comunicación científica andan últimamente bastante separadas.

En el momento actual, efectivamente, la estandartización de la información científica ha ritualizado enormemente sus formas de presentación. El destilado de la información científica, en el momento actual, es el artículo de ciencias físico-matemáticas en revista de alto índice de impacto.

No hay espacio para florituras: Título, autores, procedencia institucional, abstract, palabras clave, introducción, material y métodos, resultados, discusión, conclusiones, bibliografía reducidísima y, si cabe, agradecimientos. Punto. Cuantas menos palabras, mejor!

Los libros científicos han quedado como residuos de otra época, reducidos, cuando más, a la aún honorable categoría de "manuales" para estudiantes o consultantes ocasionales. Las actas de congresos están de capa caída, duramente atacadas por la dictadura del "índice de impacto". Queda la literatura de divulgación e... internet!

Internet está promoviendo, entre muchas otras revoluciones, un cambio en los modelos de comunicación científica. La terrorífica inmediatez de la comunicación en la red atrae a muchos investigadores, que pueden dar cuenta de sus descubrimientos minutos después de haberse asegurado de que los han logrado.

Pero la red es todavía terreno movedizo. La falta de un mecanismo de acreditación de resultados, la famosa revisión por pares, la hace todavía vehículo inadecuado para la difusión de la información científica. La red comunica bien, pero las informaciones que proporciona todavía son "sospechosas". Tiempo al tiempo.

El artículo científico se convierte así en insustituible para dejar constancia del avance de la ciencia. Su poder es omnímodo en la comunidad científica y eso es bueno y es malo. Es malo porque, cada vez más esoterizado, dificilmente traspasa los límites de la reducida comunidad científica a la que sirve. Es bueno porque proporciona el material de base sobre el que puede construirse un sólido edificio de comunicación científica.

¡A edificar, pues, sobre él! Tan sólidos fundamentos nos han permitido avanzar con seguridad en el camino de la comunicación "personal" entre los científicos, y entre los científicos y los diferentes públicos que por la ciencia se pueden interesar.

Hemos hecho tres grandes apartados, según la proximidad institucional de nuestros públicos: los seminarios departamentales, sesiones clínicas y, por asociación, las exposiciones en clase; los congresos y demás reuniones científicas especializadas, y las conferencias. Pese a que todas ellas pueden difundir informaciones, desde el punto de vista de la comunicación, tienen objetivos y metodologías muy diferentes. Ahí continuaremos analizando.

En DPTIC, andamos también dándole vueltas a nuestro artículo científico. Habíamos entrado ya en el cuerpo del documento... para toparnos, por fin, con el aparato crítico.

¡La honestidad científica! ¡La pertenencia a un programa de investigación! ¡La confianza académica! ¡Subir sobre los hombros de los gigantes! Toda afirmación categórica que no tenga como base la investigación personal, debe ser respaldada por una autoridad. ¡Aparato crítico al canto! Notas, notas, notas...

¿Tenemos entonces que apoyar en una fuente el descubrimiento de América?

No somos tan radicales. La comunidad científica ha limitado la "locura crítica". dándose unas reglas de escape:

1.- Toda afirmación que pueda ser considerada "conocimiento común" en una sociedad y, por extensión, en el seno de una comunidad científica, no necesita de apoyos de autoridad.

2.- Toda afirmación "fácilmente documentable" no necesita de apoyos explícitos de autoridad.

Benditas reglas! Ellas solo, permiten reducir el aparato crítico a niveles soportables. Pero... son subjetivas! ¡Necesitamos un criterio de objetivación! Lo tenemos fácil: En la duda... cita!

Ah! La racionalidad científica. Armados con nuestras normas podemos avanzar en el estudio de las formas de citar a las autoridades. Con eso nos reencontraremos.