miércoles, 24 de enero de 2007

Son museos!

¡Nos ha costado! Uf, cómo nos ha costado! El salto era largo y nos hemos tenido que apoyar en algunas piedras, pero hemos llegado. ¡Los parques temáticos - parques temáticos, son museos!

Hemos tenido que hacer, de nuevo una incursión en la historia. Hemos tenido que retroceder hasta las exposiciones universales, especialmente las de París (1889) y Chicago (1892) y analizar algunos de sus contenidos. Hemos tenido que recuperar de la historia los primeros ecomuseos (el nombre se oficializó en 1971), entre ellos Skansen, en Suecia. Finalmente, nos hemos asomado al enorme mundo de los "Open air museums".

Con esos antecedentes, la aproximación de "museos" y "parques temáticos" se hacía más y más natural. El genio de Walt Disney conjugó ambas realidades y les añadió un toque personal, en el que diversión y educación se aproximaban hasta fundirse. Nacía una nueva generación de museos.

Esta nueva generación iba a mostrarse todavía más rica de lo que en principio parecía. A sus filas iban a incorporarse manifestaciones ciudadanas temporales e incluso ciudades enteras, transformadas en verdaderos "parques temáticos abiertos". Xel-Ha, el conocido parque temático de la Riviera Maya, ha puesto la guinda de nuestro pastel.

Reconfortados con la vista de las playas de Xel-Ha y de la cultura maya que las rodeaba, hemos hecho un nuevo esfuerzo por comprender hacia donde se dirigen los museos en el siglo XXI.

¡Una nueva generación, hija de internet, nos esperaba! Internet ha cambiado radicalmente la comunicación en el mundo actual. Muchos museos se lanzaron a aprovechar la oportunidad y armados de scanners y cámaras digitales, reprodujeron en línea las valiosas piezas que conservaban. ¡Habían nacido los "museos virtuales"!

Pues no. Habían nacido las páginas web de los museos tradicionales. La nueva generación tenía poco que ver con aquellos. Dichas páginas web llegaban, a lo más a "objetos" del nuevo "museo".

Los museos de quinta generación eran algo diferente. No tenían existencia real. Eran verdaderos espacios virtuales, en que la información de la red se organizaba en galerías y recorridos. A cada paso podíamos encontrar colecciones de fotos, sesudos artículos científicos, ilusiones coleccionistas de aficionado y hasta... páginas web de museos!

Uno de los primeros modelos: el VMOC, el Virtual Museum of Computing. El VMOC nos ha dejado el nuevo concepto en estado puro. Su "plana" página, sin florituras, sin aditamentos, nos ha permitido contemplar la nueva generación desde sus orígenes. Un ejemplo más florido: el Museo virtual del Canadá.

¡Ya teníamos un cuadro más completo! Las cinco generaciones, si aceptábamos ese concepto, nos proporcionaban un panorama enormemente más rico del "museo" de lo que al principio podíamos imaginar. Ya sabiamos mucho de eso, ya... e incluso nos hemos atrevido a jugar a visionarios. Hemos explorado lo último de lo último y casi, casi, nos hemos metido en una realidad virtual que daría envidia hasta a los creadores de Matrix!!

Pero la dura realidad nos ha atrapado de nuevo. Tanta proliferación de museos nos ha llevado de nuevo a la biología e, inevitablemente, a la medicina museológica. De nuevo nos hemos acercado a los museos como seres vivos y a sus enfermedades.

Armados con los poderes de la historia, hemos construido una gigantesca herramienta de exploración clínica. ¿Pero qué demonios es, entonces, un "museo"? Con todo lo que ya sabíamos, todavía necesitábamos un nuevo concepto para responder a esa pregunta. El "proyecto educativo". ¿Que demonios es eso?

Explorando, explorando, entre "objetivos transversales" y "objetivos generales", nos hemos quedado. Cagüenlá!!