Eso. Hemos vaciado simbólicamente la caja que tenía la etiqueta "museo"!
Uf! Había un montón de cosas. Un inmenso montón de cosas... y nos hemos dado cuenta de que necesitábamos mucha energía para abordar la tarea de entender porqué había tantos "particulares" dentro.
De manera, que hemos echado un pasito atrás para coger impulso. Hemos vuelto a reflexionar sobre el porqué de la caja y sobre lo que podría haber caído dentro a lo largo de la historia. Hemos aprovechado el repaso para hacer alguna broma más sobre el "concepto" universal de "museo" y hemos decidido ir a ver, inmediatamente, ya, un museo!
Dicho y hecho. A las 17,15 nos hemos ido... al Museo Histórico Militar!! La visita merece ser objeto de comentario aparte, véase la segunda parte... Casi suena a Groucho Marx...
Hemos vuelto sobrecogidos. Refresco, y vuelta a clase. ¿Hemos visto un museo? Yo callado. Diversidad de opiniones hasta que hemos caído en la cuenta del detalle fundamental de la visita: estábamos solos! Todo el museo para nosotros solos! Nadie, no había nadie más... y eso que cerraban a las 8 de la tarde!
Y nos hemos preguntado... ¿Qué definición le iba mejor a aquello? ¿Museo... o almacén? ¿Almacén Histórico Militar? Casi le cuadraba más el nombre, verdad?
Eso nos ha llevado a considerar la importancia del público en un museo. Hemos concluido, quiero pensar, que "No público, no museo" ¡Almacén!
Armados con tan útil herramienta de análisis, hemos decidido estudiar un poco mejor la experiencia de los museos en la historia. El parámetro tiempo, ah! el tiempo! Nos hemos metido en faena. A bucear en la historia. Sobre la mesa han aparecido los primeros libros. Hay que leer... al menos la Wikipedia...
El Museo de Alejandría. El museo, su tiempo... y su contexto. Griegos en Egipto. Investigadores, enseñantes, la biblioteca, nada de objetos preciosos... Casi, casi el Museo de Alejandria no aparece en el cajón!
Hemos saltado sobre el coleccionismo medieval y nos hemos metido en el Renacimiento. Ah! las colecciones principescas... Naturalia, artificialia... Objetos! Objetos singulares, preciosos, raros, valiosos...
Pero, el Renacimiento se ha abierto a la Revolución Científica. La Ciencia! Clasificar, estudiar, hacer teorías. Tener los objetos en montones ya no quedaba "in". El objeto como objeto de estudio, nunca mejor dicho.
¿Y quien podría estudiar? Ah! El público! ¿Museos... públicos? Herejía!
Bueno, no tanto. Los ingleses de la Universidad de Oxford, tan suyos, se ponen a discutir sobre el acceso al museo de la Universidad. Que se abra! Nace el Ashmolean Museum, abierto en 1683... a quien pague la entrada!
La Revolución Científica y el cambio de mentalidad. El estudio de la realidad, de la naturaleza, del arte. Museos para el estudio... de los objetos que valgan la pena. La Ilustración, la ciencia ilustrada, los viajes científicos y las colecciones.
En ese momento nos hemos puesto a hablar sobre el caracter precioso de los "objetos museables". Lo ha pagado el Museo de cerámica González Martí! Casi horrorizados, nos hemos enterado de que allí se exponen objetos de cerámica de andar por casa!! El puchero de la abuela!! Revolución!
Entender esa revolución requería de una nueva zambullida en la historia de las revoluciones. Entre revolución científica y revoluciones políticas... nos hemos plantado en la Revolución Industrial. Ahí nos ha cogido la guadaña del tiempo. Mañana excursión, al Museo de Prehistoria y al Museo de la Ilustración y la Modernidad.